domingo, 24 de mayo de 2015

Una antelación de " Doce pasos rebeldes hacia el olvido" ( El prólogo)


          Doce pasos rebeldes hacia el olvido
                                                                                   Por Nadezhda Petkova Kostadinova

           Prólogo
Nacemos sin elegir el sitio, poco a poco aprendemos a andar y nos apetece cambiar… Durante el camino nos enseñamos a aprender de los errores y en muchas ocasiones por lo menos recordar el sitio, donde por casualidad hemos nacido. Aunque dicen que todo vuelve allí donde empezó.                                                                                                      Nacemos para aprender, aprendemos para poder seguir aprendiendo. Y no existen ni el mejor, ni el peor lugar para esto. Simplemente llegamos al mundo en el sitio que nos corresponda por una o por otra razón.                                                                   
Yo nací en un lugar, situado en la orilla derecha del Danubio. Una ciudad bonita, pero muy castigada por los corrientes del río… Muchísimo frío en invierno y tremendo calor en verano. Pero como ya dije, no elegimos donde nacer, para mí siempre ha sido el mejor lugar del mundo. No pretendo entrar en detalles, simplemente intento poner un punto de partida a esta historia.          
Los “Doce pasos hacia el olvido” son doce relatos con la misma protagonista. Doce historias de la vida de una adolescente, una joven distinta a los demás por sus ideas y sus formas de ver la vida. No pretendo contar su vida, simplemente intentar contar sucesos, intentando dar a entender cómo una joven alegre y enamorada de la vida llega a la decisión de casarse y desaparecer para el resto del mundo de la noche a la mañana. Sus inquietudes, sus circunstancias, sus temores son los protagonistas de cada uno de estos relatos.
Muchos dirían “¡Y qué más da!”, muchas chicas se casan jóvenes y no pasa nada…
La he llamado Ana, un nombre común. Simplemente para que el lector esté más cómodo. Todos y cada uno de los personajes existen, son tan reales, cómo yo misma.