domingo, 9 de agosto de 2015

EL TREN A NINGUNA PARTE

En los momentos... en aquellos momentos cuando de repente en mi memoria aparecía tu rostro, cuando tu voz sonaba en mis oídos, sin la necesidad de tenerte presente, me daba cuenta de lo lejos que estabas.
Tan lejos que no podía extender el brazo y alcanzarte, que mi mano sienta el calor de tu piel y que mis dedos dibujasen el camino de tus labios, atrayendome hacia ti...
Hubo momentos cuando tenia la impresión de que todo lo que me rodea lleva tu nombre, pero también hubo instantes cuando el silencio a mi alrededor me lo gritaba en la cara.
Quizás esos gritos eran una especie de despertador para mi alma delirando en la espera, esperando que los gritos se conviertan en la dulce melodía de tu voz.
Hubo noches cuando quería hechizarte, encerrarte en un bote y guardarte en la estantería más alta de mi armario, para tenerte siempre a mi lado.
Pero también hubo días cuando los rayos del Sol me despertaban, recordándome que eras solamente un sueño...
Hubo días cuando hacia pájaros de papel y me imaginaba verlos posarse en tu hombro, cómo silenciosos mensajeros de todo lo que quería que sepas, pero luego venía la noche y los veía caídos en el suelo, fallidos en su vuelo imaginario.

Quizás esta fue la señal, lo evidente que me negaba tanto reconocer... Que el tren que había cogido para llegar a ti era un tren a ninguna parte.

©Nadezhda Petkova Kostadinova
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