domingo, 16 de noviembre de 2014

Naufraga

Soy naufraga en la isla desierta de mis sentimientos. Fuiste tú la tormenta marina que destrozó mi velero y me empujó hacía aquella playa. Enredada entre las cuerdas de tu olvido, busco con la mirada un barco de esperanza. Aun que no quiero que me rescaten, simplemente que sepan de mi presencia en ese lugar abandonado. No pretendo irme, sé que volverías por mí. Pero esta vez para quedarte...

2 comentarios:

  1. Puede ser que haya sido un naufragio, pero la isla no está desierta: los sentimientos se convierten, en el espacio isleño, en "el otro", con quien se sigue dialogando.
    Es una poresencia y un diálogo distintos, pero ahí están.
    Incluyendo al causante del naufragio, es también "otro", en el diálogo de lamento.
    Náufragar por la inesperada tormenta ha conducido a seguir hablando: y mantener la esperanza de una nueva nave.
    Como en "la isla del tesoro" (de R. L. Stevenson), el protagonista dialoga consigo mismo, adopta el doble papel de "yo" y el "otro". Para poder aceptar y superar el naufragio.
    En la película "Náufrago" -protagonizada por Tom Hanks-, el protagonista no quiere estar solo, y le confiere 'poderes' al balón "Wilson".
    Si quieres que se sepa de tu presencia en el naufragio, dejarás la soledad.
    El naufragio no es completo si hay esperanza. Y lo de la vuelta del causante... se hace duro.
    [Me ha gustado este post].

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  2. Muchas gracias, Juan! Quizás le llamo naufragio, pero en el fondo es una escapada, un escondite. Y el causante...puede que sea el rescatador de la soledad. Tienes razón, una isla no es desierta si está uno en ella, aunque conversando con otro imaginario. Dicen que la Esperanza muere última, así que no debe dejar de buscar.

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