Morimos lentamente mientras
nos negamos cada beso, cada caricia,
escondemos la mano para no estrechar
la otra mano que tenemos delante.
nos negamos cada beso, cada caricia,
escondemos la mano para no estrechar
la otra mano que tenemos delante.
Morimos lentamente mientras
nos negamos a devolver una mirada,
apartamos la vista para no conocer
las penas que esconde la otra.
nos negamos a devolver una mirada,
apartamos la vista para no conocer
las penas que esconde la otra.
Morimos lentamente mientras
buscamos apariencias y no verdades,
nos envolvemos en humo de falsedad
y nos olvidamos de las bondades.
buscamos apariencias y no verdades,
nos envolvemos en humo de falsedad
y nos olvidamos de las bondades.
Morimos lentamente mientras
nos clavamos palabras como puñales,
nos disparamos discursos innecesarios,
diseccionamos nuestras almas.
nos clavamos palabras como puñales,
nos disparamos discursos innecesarios,
diseccionamos nuestras almas.
Morimos lentamente, no nos damos cuenta
que mientras nos negamos a decir "te quiero",
hay unas leyes de inmensa gravedad
que nos cogen y nos sacan de orbita.
que mientras nos negamos a decir "te quiero",
hay unas leyes de inmensa gravedad
que nos cogen y nos sacan de orbita.
Morimos lentamente mientras
le ponemos límite a los sentimientos,
encerramos con candados el corazón...
Morimos lentamente, y punto!
le ponemos límite a los sentimientos,
encerramos con candados el corazón...
Morimos lentamente, y punto!
©Nadezhda Petkova Kostadinova, 2016
Todos los derechos reservados
Todos los derechos reservados
Imagen: Michail & Ivonne Garbash
Tras tu hermoso poema, Nadezhda, a la primera impresión, se enciede algo así como decir: "Vivamos lentamente..." y dar los besos, y estrechar las maanos, ...y manifestarnos con la sencilla sinceridad y cercanía humanas.
ResponderEliminarGracias por este poema que, como todos los tuyos, tan demnsos y tan de interior, (de la mente, del corazón; están juntos), sabes que remueven y agradan, aaún en la inquietud