Confesiones posiblemente inconfesables

LLevo releyendo nuestra historia mil veces...
Reconozco que por unos instantes llegué a dudar, pero no de ti, sino de mi misma. Juré que no volvería a caer en esa tentación, pero rompí mi juramento. 
Quise escapar, pero mis pies se negaban a correr, ni siquiera a andar, me abandonaron. Quise gritar, pero mi boca, esa rebelde sin remedio, no dejaba salir ni un sólo sonido, me dejó muda. Quise cerrar los ojos y hacer el truco de siempre, para hacerte desaparecer, pero... ¿Pero cómo desaparece una imagen que está grabada en el corazón?
Llevo toda mi vida queriéndote, todos los días descubriéndote de nuevo, después de querer olvidarte todas las noches. Parecemos unos locos que han entrado en el ojo del huracán, para esconderse de las miradas ajenas, pero no sintiéndose como atrapados, sino en el paraíso. 
Somos los protagonistas en una serie de aventuras, de una serie de locuras, como las llaman los demás, y qué más da...Escribimos nuestros nombres con tinta invisible en todos los sitios donde hemos estado, juntos y queriéndonos. Dibujamos corazones entre las nubes, contemplándolos mientras nos abrazábamos, acostados entre las hierbas... Tatuamos todos y cada uno de los sentimientos en nuestra piel, para seguir recordándonos cuando no podíamos alcanzarnos.   
Llevo releyendo nuestra historia mil veces, hojeando los días y las noches que hemos pasado juntos, flotando en nuestra nube particular, sin importarnos ni espacio ni tiempo. Y cuantas más páginas repaso, más convencida me siento de que tú eres aquella parte de mi que siempre he ido buscando y por fin he encontrado...

©Nadezhda Petkova Kostadinova, 2016

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